La respuesta de la ciudadanía a la sentencia del TC sobre el Estatut, es la más rotunda indiferencia. Eso se puede constatar tomando un cortadito en un bar y atendiendo al contenido de las conversaciones. Pero esto contrasta con el enconamiento de la clase política catalana.
Precisamente esta mañana un alto cargo de la Generalitat decía en una entrevista: ´´no retrocederemos un milímetro´´. Hacía referencia al pase de películas en catalán en los cines, argumentando que un país como Cataluña tiene el mismo derecho que cualquier estado europeo a proteger su idioma.
Deberían tener bien claro que acatar y respetar la sentencia del tribunal es sinónimo respetar nuestro Estado de Derecho.
El problema es que se ha tomado el Estatut como una Constitución a la catalana y se han impulsado leyes que ahora chocan con la legalidad y que además al ser una norma interpretativa en algunos puntos, generará un caos jurídico que ya se encargaran algunos de alimentar para conseguir llegar más lejos en su deseada construcción de país.
Después de la sentencia nos encontramos prácticamente igual que antes pero con los nacionalistas rearmados de argumentos secesionistas, con una total inseguridad jurídica y con la continuidad del cambalache político entre el PSOE y partidos que no se sienten a gusto dentro de España.
Pero lo desolador del tema es que después de la nefasta gestión de los socialistas, lo que parece que nos espera es más de lo mismo pero con un cambio de siglas capitaneadas por otro partido.
Nos toca vivir las secuelas de un nefasto bipartidismo, regido por el chantaje nacionalista y nos no queda más que trabajar para poder algún día cambiar este despropósito.
Javier Díaz
