Para otros partidos una campaña electoral consiste en una parte más de su ´´negocio´´, en la que realizan una inversión que debe traducirse en la obtención de los votos necesarios para garantizar una determinada cuota de poder dentro de las administraciones.
La rentabilidad electoral de su inversión, la podría analizar cualquier asesor de empresas especializado en análisis de costos.
Basta con tener el capital suficiente, decidir las partidas de gasto partiendo de ese capital y de su capacidad para obtener crédito, destinar recursos humanos a la gestión de la campaña y después analizar cual ha sido el rédito obtenido en función de los resultados.
Toda inversión persigue una obtención de resultados o culminación de unos objetivos claros, que para los partidos tradicionales cual empresas se tratara, pasan por una mera ´´compra´´ de votos dentro del ´´mercado electoral´´.
En UPyD partimos del respeto por los votantes, cuyo voto no es propiedad de ningún partido y no tratamos de venderles ningún programa ilegible o poco transparente.
En UPyD no queremos tener ninguna cuota de lo que se define como voto cautivo, no queremos que se nos vote solo en base al mero marketing o por el simple castigo a otras formaciones políticas.
¿Y como un pequeño partido en estructura y financiación, puede llevar hasta el ciudadano sus propuestas? ¿Cómo siendo grandes en programa e ideas, podemos hacer saber al ciudadano que somos la alternativa necesaria a los dos grandes partidos nacionales?
La cuestión está en que esos expertos contables, tendrían serias dificultades a la hora de calcular los costos de nuestra campaña.
¿Cómo se calcula el valor de las horas de dedicación de nuestros afiliados y simpatizantes?
¿Cómo se calculan los costes y el resultado del gran trabajo realizado por nuestros ciberactivistas?
¿Cómo se evalúa el resultado del contacto directo con ciudadano en la calle?
Y podríamos seguir desglosando las partidas de nuestra inversión en sacrificio y esfuerzo, pero creo que no es necesario.
Personalmente creo que UPyD obtendrá unos muy buenos resultados en las próximas elecciones, pero independientemente del frío recuento de votos, la ilusión generada y la transmisión a la sociedad de nuestro mensaje de regeneración democrática no tienen precio.
La rentabilidad electoral de su inversión, la podría analizar cualquier asesor de empresas especializado en análisis de costos.
Basta con tener el capital suficiente, decidir las partidas de gasto partiendo de ese capital y de su capacidad para obtener crédito, destinar recursos humanos a la gestión de la campaña y después analizar cual ha sido el rédito obtenido en función de los resultados.
Toda inversión persigue una obtención de resultados o culminación de unos objetivos claros, que para los partidos tradicionales cual empresas se tratara, pasan por una mera ´´compra´´ de votos dentro del ´´mercado electoral´´.
En UPyD partimos del respeto por los votantes, cuyo voto no es propiedad de ningún partido y no tratamos de venderles ningún programa ilegible o poco transparente.
En UPyD no queremos tener ninguna cuota de lo que se define como voto cautivo, no queremos que se nos vote solo en base al mero marketing o por el simple castigo a otras formaciones políticas.
¿Y como un pequeño partido en estructura y financiación, puede llevar hasta el ciudadano sus propuestas? ¿Cómo siendo grandes en programa e ideas, podemos hacer saber al ciudadano que somos la alternativa necesaria a los dos grandes partidos nacionales?
La cuestión está en que esos expertos contables, tendrían serias dificultades a la hora de calcular los costos de nuestra campaña.
¿Cómo se calcula el valor de las horas de dedicación de nuestros afiliados y simpatizantes?
¿Cómo se calculan los costes y el resultado del gran trabajo realizado por nuestros ciberactivistas?
¿Cómo se evalúa el resultado del contacto directo con ciudadano en la calle?
Y podríamos seguir desglosando las partidas de nuestra inversión en sacrificio y esfuerzo, pero creo que no es necesario.
Personalmente creo que UPyD obtendrá unos muy buenos resultados en las próximas elecciones, pero independientemente del frío recuento de votos, la ilusión generada y la transmisión a la sociedad de nuestro mensaje de regeneración democrática no tienen precio.
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