En algunos colegios de abogados, como el de Sant Feliu de Llobregat, los letrados del turno de oficio han conocido la noticia de que el Departamento de Economía y Finanzas de la Generalitat no puede hacer frente a los pagos que se les adeudan, mediante un escueto correo electrónico.
No son grandes despachos profesionales los afectados, sino cientos de letrados para los que los ingresos por su trabajo realizado para asegurar una justicia gratuita a los que no pueden permitírsela, suponen una parte importante de su facturación.
Es un ejemplo más de la mala gestión del Gobierno de la Genaralitat, que no sabe o no quiere administrar correctamente los recursos de los que dispone.
Por otro lado hemos podido saber que recientemente se han otorgado subvenciones por un importe de 84 millones, que han partido desde la Vicepresidencia del Sr. Carod.
Estas subvenciones serán recibidas por entidades de marcado carácter independentista, que promocionan el catalán o deportes minoritarios.
Por citar algún ejemplo curioso, hemos de decir que los catalanes vamos a promocionar el ciclismo en Marruecos.
Precisamente un asiduo a recibir dinero de todos los catalanes, en este tipo de pago de prebendas, es Ómnium Cultural, que recientemente ha otorgado el Premio Sant Jordi de Novela, al escritor Ramon Solsona.
En este aquelarre de la cultura catalana el finalista ha sido premiado con 60.000 euros y seguramente la mayoría de los asistentes no recuerdan que este señor recientemente se permitió insultar a la Defensora del Pueblo, María Luisa Cava de Llano.
No divago al pasar del impago de los honorarios a los abogados del turno de oficio a las curiosidades de una entrega de premios, sino que señalo cuales son las prioridades del catalanismo excluyente, a la hora de destinar recursos.
Los letrados han manifestado que ejercerán su responsabilidad de garantizar el derecho de defensa a las personas y no tomarán medidas de presión que puedan perjudicar a los ciudadanos.
Esperemos que el próximo Gobierno de Cataluña, piense también en TODOS los ciudadanos, y priorice su gestión en todas aquellas cuestiones encaminadas a conseguir el mayor bienestar y libertad de las personas.
Javier Díaz Alcaucer
No son grandes despachos profesionales los afectados, sino cientos de letrados para los que los ingresos por su trabajo realizado para asegurar una justicia gratuita a los que no pueden permitírsela, suponen una parte importante de su facturación.
Es un ejemplo más de la mala gestión del Gobierno de la Genaralitat, que no sabe o no quiere administrar correctamente los recursos de los que dispone.
Por otro lado hemos podido saber que recientemente se han otorgado subvenciones por un importe de 84 millones, que han partido desde la Vicepresidencia del Sr. Carod.
Estas subvenciones serán recibidas por entidades de marcado carácter independentista, que promocionan el catalán o deportes minoritarios.
Por citar algún ejemplo curioso, hemos de decir que los catalanes vamos a promocionar el ciclismo en Marruecos.
Precisamente un asiduo a recibir dinero de todos los catalanes, en este tipo de pago de prebendas, es Ómnium Cultural, que recientemente ha otorgado el Premio Sant Jordi de Novela, al escritor Ramon Solsona.
En este aquelarre de la cultura catalana el finalista ha sido premiado con 60.000 euros y seguramente la mayoría de los asistentes no recuerdan que este señor recientemente se permitió insultar a la Defensora del Pueblo, María Luisa Cava de Llano.
No divago al pasar del impago de los honorarios a los abogados del turno de oficio a las curiosidades de una entrega de premios, sino que señalo cuales son las prioridades del catalanismo excluyente, a la hora de destinar recursos.
Los letrados han manifestado que ejercerán su responsabilidad de garantizar el derecho de defensa a las personas y no tomarán medidas de presión que puedan perjudicar a los ciudadanos.
Esperemos que el próximo Gobierno de Cataluña, piense también en TODOS los ciudadanos, y priorice su gestión en todas aquellas cuestiones encaminadas a conseguir el mayor bienestar y libertad de las personas.
Javier Díaz Alcaucer
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