Este país nuestro, que es la España Constitucional, está prácticamente rodeado por el líquido elemento.
Un mar que hemos maltratado y del que hemos sobreexplotado sus recursos, en un alarde de mala gestión.
Algunos incluso han utilizado la dinamita para conseguir sus codiciadas capturas y siguen ahora utilizando técnicas de arrastre o los tan dañinos trenes de bolo.
Todo vale para conseguir unos objetivos, aunque se utilicen formas insostenibles o destructivas.
En la política pasa algo parecido, todo vale.
Por poner un ejemplo, podemos fijarnos en la admisión a trámite por parte del Parlamento de Cataluña, de una iniciativa legislativa popular que tiene como objetivo la celebración de un referéndum de autodeterminación.
Esto es hacerle el juego a los que quieren dinamitar los cimientos de nuestro esquema de país, que aunque imperfecto, es un sistema regido por una Constitución que ampara a todos los españoles.
Hay grupos en el Parlament empeñados en pescar votos y en seguir avanzando en su deriva independentista, aunque sea a costa de llevar a los catalanes al enfrentamiento.
Ellos quieren hablar de independencia, de la legitimidad o no del Tribunal Constitucional, de la necesidad o no de celebrar este tipo de consultas y de cualquier otra cosa que pueda contribuir a agitar las aguas de la política.
Pero otros, seguiremos hablando de la necesidad de defender los derechos y libertades de todos les españoles, de la necesidad de que la justicia sea eficaz e independiente, de la necesidad de reformar la ley electoral, de reformas en educación y en políticas energéticas y de todas aquellas cosas que realmente inciden en que este país continúe desintegrándose o le hagan avanzar.
Eso sí, siempre empleando buenas artes de pesca.
Javier Díaz
Un mar que hemos maltratado y del que hemos sobreexplotado sus recursos, en un alarde de mala gestión.
Algunos incluso han utilizado la dinamita para conseguir sus codiciadas capturas y siguen ahora utilizando técnicas de arrastre o los tan dañinos trenes de bolo.
Todo vale para conseguir unos objetivos, aunque se utilicen formas insostenibles o destructivas.
En la política pasa algo parecido, todo vale.
Por poner un ejemplo, podemos fijarnos en la admisión a trámite por parte del Parlamento de Cataluña, de una iniciativa legislativa popular que tiene como objetivo la celebración de un referéndum de autodeterminación.
Esto es hacerle el juego a los que quieren dinamitar los cimientos de nuestro esquema de país, que aunque imperfecto, es un sistema regido por una Constitución que ampara a todos los españoles.
Hay grupos en el Parlament empeñados en pescar votos y en seguir avanzando en su deriva independentista, aunque sea a costa de llevar a los catalanes al enfrentamiento.
Ellos quieren hablar de independencia, de la legitimidad o no del Tribunal Constitucional, de la necesidad o no de celebrar este tipo de consultas y de cualquier otra cosa que pueda contribuir a agitar las aguas de la política.
Pero otros, seguiremos hablando de la necesidad de defender los derechos y libertades de todos les españoles, de la necesidad de que la justicia sea eficaz e independiente, de la necesidad de reformar la ley electoral, de reformas en educación y en políticas energéticas y de todas aquellas cosas que realmente inciden en que este país continúe desintegrándose o le hagan avanzar.
Eso sí, siempre empleando buenas artes de pesca.
Javier Díaz
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